EUROPA
PRESS
6 marzo
2019
Por
qué envejece nuestro rostro y qué podemos hacer
El tiempo nos pasa factura a todos,
aunque siempre a unos más que a otros. La cara, igual que el resto del cuerpo,
se avejenta, los años pasan también sobre ella, y en realidad es nuestro mayor
espejo, ¿por qué sucede esto?¿Podemos hacer algo para no ver envejecer tanto a
nuestro rostro?
Con los años, la frente aumenta porque las cejas se van para
abajo. Los oídos se hacen más grandes, la nariz también, los ojos y el mentón,
así como los pómulos caen. Aparecen las arrugas, las patas de gallo, por
ejemplo. ¿Cuáles son las razones? El presidente de la Sociedad Española de
Medicina y Cirugía Cosmética (SEMCC), el doctor Víctor García Giménez, apunta en una entrevista con Infosalus
a tres razones por las que nuestro rostro envejece.
La primera de ellas, el simple paso del tiempo antes
mencionado, y que poco podemos controlar y combatir, según reconoce.
"Afecta igual a la cara, que al hígado o al riñón, por ejemplo. Detrás del
proceso del envejecimiento hay una serie de procesos, el más conocido es la
oxidación de las células o la aparición de los radicales libres, fruto del
contacto con cuestiones ambientales, con la ingesta de determinadas
medicamentos, o por determinadas radiaciones electromagnéticas, por ejemplo. Se
trata de una cosa normal, fisiológica", indica.
Normalmente, señala, los 'antiradicales
libres' que generamos los mantienen a raya, compensados, pero hay ciertas
situaciones que hacen que los radicales libres aumenten, tales como una
infección, una bajada de defensas, el fumar o el estrés, impactos ambientales,
como tomar el sol, por ejemplo, que sí estarían en nuestra mano combatir.
"Esa balanza se desequilibra y aumentan los radicales libres y se acaba
matando a la célula, rompiendo su membrana, y eso es condenarla a morir. Se
envejece. Es el primer mecanismo del envejecimiento y el factor fundamental: El
paso del tiempo", señala.
Un segundo grupo de elementos estaría relacionado con la
degradación que nuestros tejidos sufren por la edad. Según relata el experto,
cuando envejecemos perdemos masa muscular, masa grasa, y masa ósea. Dice que
incluso la cara experimenta fenómenos de atrofia. "Cuando envejecemos se
produce una atonía o atrofia muscular y da lugar a la flacidez, o caída de los
tejidos", remarca.
Sobre la degradación añade el problema que con la edad tiene
lugar en la estructura ósea, sobre todo muy reconocible en personas con
osteoporosis o descalcificación de huesos. "En la cara esa pérdida de masa
ósea hace que el contenido y el continente no sean iguales, la musculatura de
la piel se relaje y el hueso se contraiga, de forma que el fenómeno de la
gravedad se ve incrementado", subraya, a la vez que advierte de que la
falta de piezas dentarias puede influir en esa pérdida de masa ósea en la
estructura facial.
Para combatir la reducción de la masa ósea en la cara es
conveniente, por tanto, hacernos densitometrías óseas y en la medida de lo
posible tomar vitamina D, intentar recalcificar los huesos, así como intentar
reponer lo antes posible las piezas dentarias que han sido perdidas.
En tercer lugar, el presidente de la SEMCC apunta a
fenómenos que nos afectan durante la vida, como la gravedad. "Nuestros
tejidos caen hacia abajo y hacia delante. Con la edad la plasticidad de la piel
no es la que era", añade. El sol, o el tabaco, también recuerda
aquí que son muy agresivos y aceleran el envejecimiento de la piel.
Por otro lado, en este tercer grupo de causas apunta a la
movilidad de la cara, ya que cada rincón de la misma realiza distintos gestos,
como a la hora de reír, de comer, o de enfadarnos, por ejemplo. "Todo es
una gesticulación que se origina en los músculos de la cara pero afecta a todas
las estructuras vinculadas y, por ejemplo, nos surgen las arrugas, las patas de
gallo, o el código de barras en los labios", agrega el doctor García Giménez.
A cada situación le corresponde un tratamiento, y si por
ejemplo la musculatura es responsable de la movilidad de los miles de gestos de
la cara, dando lugar a la arruga, ésta se puede tratar en primer lugar
reduciendo la movilidad, perdiendo parte del gesto, y para ello se emplea en
muchas ocasiones el bótox. "Es el invento del
siglo para solucionar este problema, reducir la movilidad y evitar así ese
castigo diario de la musculatura que producirá esas arrugas de expresión",
subraya el presidente de la Sociedad Española de Medicina y Cirugía Cosmética
(SEMCC).
El papel de la
genética
Finalmente, el especialista recuerda el papel que la
genética cobra en el envejecimiento del rostro, aunque advierte de que una
buena predisposición a un lento envejecimiento de la cara puede verse
perjudicado por malos hábitos en nuestra vida como el sol, el alcohol, o el
tabaco, la falta de ejercicio o de una vida sana.
"La alimentación, una vida sana también repercuten. Es
la base de los procesos oxidativos, además de que es
determinante la aportación o no de antioxidantes a través de la alimentación.
Si engordamos o no también es importante", recalca.
Sobre la dermocosmética, echarse cremas antiarrugas,
reconoce que "ayuda pero poco". En su opinión representa un factor
complementario. "En realidad la cosmética no es importante, sí lo es la
falta de cosmética, y no utilizarla significa partir de una falta de limpieza,
el no lavarse la cara. Con sólo lavarla hacemos mucho, pero si ponemos una
hidratante, nutritiva o con filtro solar, o con un estado oxidativo alto, por
ejemplo, todo contribuye. El problema de la cosmética tópica es la poca
penetración que tiene. Aunque la medicina ha estudiado procedimientos como los peeling o la dermoabrasión que
permiten una mayor penetración de productos", concluye.